lunes, 11 de julio de 2011

LA «OTRA» GENERACION PERDIDA



Nacimos durante los años 60, con el boom de nacimientos que se produjo cuando este país comenzó a recuperarse de la maldita guerra entre hermanos que asoló España.
Mientras en otros países los estudiantes se manifestaban y el power flower y el rock&roll inundaban el mundo de amor libre, rebeldía y psicodelia, las aulas de nuestras escuelas estaban presididas por la imagen del dictador y un crucifijo. Eran los tiempos de los campamentos de la OGE o de los Boys Scouts a los que acudían los más afortunados a recibir instrucción...
Murió el dictador y el cuadro del generalísimo de todos los ejércitos caudillo de Espuña por la gracia de dios cambió por la de un rey elegido por el mismo personaje que gobernó el país con puño de hierro durante 40 años.
Vino un nuevo sistema educativo y en nuestras aulas masificadas de 40-50 alumnos comenzamos a saber lo que era una constitución o una democracia después de más de 10 años de nuestra vida.
Ya en el instituto vivimos las revueltas de los astilleros y conocimos las primeras huelgas y manifestaciones con las que muchas veces nos solidarizamos y vimos los primeros toletazos repartidos con rabia por «los grises» que después, con el cambio de uniforme se convirtieron en «los maderos».
Nos tocó cumplir el puñetero servicio militar y aprendimos a cargar con un fusil para luchar contra un «enemigo» al que nunca conocimos. Los que cumplimos en la «gran zona especial» creada por Barrionuevo seguimos viendo pelotas de goma, gases y toletazos a mansalva.
Al llegar a casa, después de un humillante año vestidos de verde resultó que los políticos habían creado una cosa llamada «empresas de trabajo temporal» en las que con suerte te llamaban para contratos de 2 horas en empleos de lo más variopinto.
Llevamos la vida leyendo los anuncios de los periódicos buscando empleo, haciendo cursos del Inem y peregrinando por empresas soñando con el santo grial del contrato indefinido.
De niños hemos sufrido la crisis del petróleo, de adolescentes la crisis de la reconversión y de adultos la crisis de las hipotecas basura y tenemos muchas... muchísimas razones para estar indignados.
Ha tenido que llegar una generación de jóvenes con una educación que ya hubiésemos querido para nosotros. Unos jóvenes que aún no saben lo que es rular de empresa en empresa y buscar, buscar y buscar. Unos chavales que han conocido todo lo bueno y que se temen todo lo malo y que han cogido, han plantado sus tiendas de campaña en las plazas de los ayuntamientos y han dicho que ya basta de políticos y sindicatos corruptos e incompetentes, de banqueros codiciosos y de ciudadanos apoltronados. Que el futuro se hace luchando y que la auténtica democracia es la voz del pueblo libre, soberano y pacífico: porque cuando yo ya había perdido el miedo a las pelotas de goma y los toletazos después de tanto: «ts, ts, que vienen que vienen» ellos se arrodillan delante de las porras y las pistolas con sus manos en alto: «¡Estas son nuestras armas!»: porque es verdad, nuestras armas son las manos hechas para trabajar, para amar y para unirlas a nuestros compañer@s en una cadena.
Somos los cuarentones de un país que nos ha engañado tantas veces que estamos resabiados e indignad@s y vemos con alegría e ilusión un movimiento libertario, comprometido, pacífico y educado.
Después del 15 m ya nada volverá a ser lo mismo y si alguien todavía sigue llamándoles «perros flautas», «okupas» o «antisistemas» es porque todavía no ha salido de casa ni ha ido a una plaza, ni ha participado en una asamblea sino que está sentado en el sillón de casa irradiando su cerebro con las memeces que sueltan los tertulianos: auténticos sacerdotes de la religión catódica.
Nuestra generación estaba perdida, desorientada después de un largo peregrinaje de empresa en empresa, de ETT en ETT y ahora vemos el rumbo a seguir: despacio, seguros, unidos, ilusionados, sin miedo.
Adelante...

Juan

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